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martes, 6 de marzo de 2012

CÓMO VIVE UN RELATO DE TRANSMISIÓN ORAL??

Comparto una experiencia de la narradora María Fernanda Gutierrez Responsable del Proyecto Caminandocuentos, sobre investigación de historias de transmisión oral en el territorio nacional.  Auspiciado por la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación.

de Maria Fernanda Gutierrez, el Martes, 6 de marzo de 2012 a la(s) 12:14 ·
Observé con el tiempo y a través de distintas circunstancias el  "cómo" nace un relato popular, que bien puede ser la base de un mito/leyenda o no.
Hace algunos años viví en un pequeño pueblo-caserío en las sierras de Córdoba.  Cien habitantes en diez kilómetros a la redonda.  Había historias nuevas, que vi nacer y otras qeu llevaban años contándose, de las cuales yo había recibido "alguna" versión de la misma.  Con las que vi nacer y crecer, pude comprender en pequeño, lo que ocurría.


"EL HECHO": Un ruído en la oscuridad de la montaña en plena noche cerrada.  Yo sola en la casa y en los próximos tres kilómetros hasta mi primer vecino.  Observé pro la ventana la realidad que sabía encontraría: LA NADA. Noche sin luna por lo que el horizonte era negro absoluto.  Esperé un segundo ruído que no llegó, me fuí a dormir.
A la mañana siguiente me enteré que alguien había entrado al corral y había robado dos pequeños lechones.


"A LA TARDE DE ESE MISMO DÍA" un vecino contaba en el almacén que "en la casa grande" habían robado unos chanchos del corral.  Que los destrozos habian sido terribles porque los ladrones al entrar habían matado varias gallinas para que no hicieran más ruído.  Por eso de la casa habían salido con un arma, pero no llegaron a disparar.


"A LA SEMANA"...era extraño cómo habían podido robar porque en la casa estaban las tres mujeres... una salió hasta el jardín en camisón y con una linterna apuntando para el corral, ella iba con unas pantuflas doradas; la otra, la rubia, se había quedado en la puerta con el rifle de aire comprimido y apuntaba pero no disparó; mientras que la tercera (yo) gritaba: "tirá, tirá, no importa que no veas, así se asustan".
Cuando el cuento terminó de dr la vuelta al pueblo y todos lo habían adornado y condimentado, se durmió, se aquietó.
Pasados unos tres años, hace poco, alguien me contó la historia a mi, como ocurrida en esa misma casa pero hacía cincuenta años atrás, cuando aún era de los dueños anteriores.  En general era igual a la última versión, pero los protagonistas habían cambiado: ahora eran dos viejas que habían vivido alli con un sobrino con problemas mentales, al que tuvieron que quitarle el rifle de las manos para que no matara también a las ancianas.
El detalle: una de ellas llevaba zapatos dorados.  Sin duda a la mayoría de los narradores intervinientes les había gustado el dato.
En forma parecida y sin dejar pasar tanto tiempo jugué con los chicos y mis cuentos.
En base a una historia simple con un nudo y un final bastante poco descriptivos, fui contándolo con distintos públicos que oscilaban entre los seis y los doce años, hubo algunos soportes como títeres o cajas mágicas qeu nos permitían que la trama disparara hacia el sitio que ellos quisieran llevarla.  Los chicos fueron "aderezando" las historias, y hasta  aparecieron nuevos personajes, o alguno pasó de un lugar principal a un muy retirado segundo plano, mientras que uno nuevo ingresaba en escena para posicionarse en el centro de ella.
Así comprobé cuánta vida tiene un relato oral.  Aunque hubiera habido mutaciones, sercenamientos y apariciones impensadas, el hilo se mantenía.
En algún momento, algunas pasaron al papel, pero la escritura no las detuvo ni las congeló, muy por el contrario les dió el reparo, la tranquilidad de lo que "perdura" para con el paso de las siguientes contadas, seguir "adaptándose" a los nuevos escucha-narradores, que seguirían SEMBRANDO el relato recibido, en nuevos oídos que a través de nuevas bocas,  aportarían sin duda, alguna "colaboración" con el guión que circulaba.
Así viven los relatos de transmisión oral de mano en mano, con el aporte "protagónico" de quién decide volver a contarlo por el simple orgullo de demostrar y demostrarse que conoce la historia, que es idóneo para retrasmitirla, y que hasta le pertenece de algún modo porque si no la contara, aquel relato comenzaría a tener los días contados.
MARIA FERNANDA GUTIERREZ
www.caminandocuentos.blogspot.com
www.mariafernandagutierrezcuenta.blogspot.com


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